Estrategias de Nicolás Maduro para defenderse de los ataques por medio de Guerra Cognitiva

Por Andrés Giussepe

1. Control de los medios de comunicación. El gobierno de Maduro ha fortalecido su control sobre los medios estatales y privados dentro del país, promoviendo una narrativa favorable al gobierno y acusando a medios internacionales de formar parte de una guerra informativa.

Los medios estatales y aliados presentan versiones de los hechos que defienden al gobierno, mientras que se restringe el acceso a medios críticos, como ocurrió con la salida de CNN en Español y el bloqueo de portales como El Pitazo o La Patilla.

2. Uso de redes sociales y medios digitales. Maduro y su gobierno han utilizado plataformas como Twitter y otras redes sociales para amplificar mensajes oficiales, promover campañas que denuncien las sanciones como ataques imperiales y defender sus políticas. Han generado hashtags y contenido digital que busca desmentir acusaciones de corrupción, crisis humanitaria y violaciones de derechos humanos, y señalar a Estados Unidos como responsable de los problemas económicos.

3. Creación de alianzas internacionales.El gobierno ha buscado respaldo de países aliados como China, Rusia, Turquía, Irán, y organizaciones como el Movimiento de Países No Alineados para contrarrestar las campañas internacionales que apoyan las sanciones y el bloqueo. A nivel diplomático, han acusado a las potencias occidentales de imponer una “guerra económica” con fines de intervención y dominación neocolonial.

4. Propaganda oficial. A través de discursos y campañas oficiales, el gobierno ha creado narrativas donde las sanciones y bloqueos son vistos como formas de guerra híbrida dirigidas a socavar la soberanía y la estabilidad interna. Se resalta el papel del “pueblo revolucionario” en la resistencia contra lo que llaman ataques del imperialismo.

5. Fortalecimiento de la soberanía económica. En el ámbito económico, el gobierno ha buscado medidas de sustitución de importaciones, acuerdos comerciales alternativos con países como Irán y Rusia, y el fomento de la producción local como forma de resistir el bloqueo económico. Esto se conecta con la narrativa de guerra cognitiva al mostrar al país como capaz de sobreponerse a la intervención extranjera.

6. Denuncias en foros internacionales. El gobierno de Maduro ha utilizado espacios como la ONU y el Consejo de Derechos Humanos para denunciar la guerra cognitiva como una violación de los derechos humanos y de la soberanía venezolana, argumentando que la desinformación forma parte de una estrategia para justificar una intervención externa.

7. Educación mediática y control del discurso. Maduro ha promovido programas de formación política y educación mediática para sus seguidores, con el fin de que la población reconozca las tácticas de guerra informativa. Se ha instado a los ciudadanos a consumir información de medios estatales y alternativos alineados con el gobierno, a fin de “protegerse” de la manipulación extranjera.

8. Desarrollo de tecnología y ciberdefensa. El gobierno ha hecho esfuerzos por desarrollar capacidades tecnológicas y de ciberseguridad para proteger sus infraestructuras digitales de ciberataques y sabotajes que puedan tener implicaciones en la difusión de propaganda en línea, además de buscar alternativas a la dependencia tecnológica de actores sancionadores.

9. Apoyo y movilización del “pueblo organizado”. El gobierno moviliza constantemente a su base de apoyo a través de movimientos sociales y colectivos que promueven su narrativa.

10. Restricciones y censura. Ante la crítica o narrativas alternativas, el gobierno ha aplicado bloqueos de páginas web, control sobre la distribución de papel periódico, y la limitación del acceso a plataformas críticas para frenar la difusión de narrativas contrarias.

Estas acciones forman parte de la estrategia de “defensa cognitiva”, que busca controlar el flujo de información.

Estas estrategias evidencian un enfoque multifacético de defensa, donde se combina la gestión del relato interno con la denuncia internacional, todo enmarcado en un discurso de resistencia soberana contra lo que se presenta como una guerra cognitiva.

(*) Economista, Doctor en Economía y en Gerencia, UCV, Venezuela

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